Carmelitas Orihuela

 


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Me has seducido, Señor

Ojeada al epistolario

Donde cabe encontrar el más genuino semblante de M. Elisea, sin interpretaciones de intermediarios, es en su epistolario. La motivación de las cartas, en su mayor parte, hay que enmarcarla en el cargo de General que la impulsaba a tener noticias de sus hijas y a pronunciar una palabra oportuna, ya fuera de ánimo o de atención, a fin de que las diversas comunidades vivieran su consagración con toda fidelidad.

En la serie de cartas que conservamos quedó plasmada su alma de mujer sencilla y sabia, con una sabiduría que, a partes iguales, fluía del manantial de su fe y de su sentido común. En el epistolario, no pretende, ni por asomo, ningún ejercicio literario o retórico, simplemente va desgranando sus criterios e intuiciones. Plasma su interés materno y su fidelidad evagélica de acuerdo a la conyutura que vive y lo que acontece a sus religiosas.

En este contexto es donde mejor podemos atisbar sus personales convicciones y acentos. Por lo general, sus sentencias no pretenden tampoco ofrecer principios doctrinales ni prolijas reflexiones. Se contenta con decir llanamente cuanto vive y le afecta. Formula sentencias muy reflexionadas que hacían las veces de brújula en su vida espiritual y que deseaba alimentaran a sus hermanas religiosas, aunque ni en el fondo ni en la forma tuvieran nada de excepcional.

"Sólo bueno es amar y servir a Dios y procurar hacer en todo su voluntad". "Que sea Él solo, el dueño y poseedor de tus anhelos. Y procura ante todo hacer todas las cosas en presencia del Señor". "No os deseo ricas ni con talentos, pero sí os deseo santas". "A trabajar toca y a dar gloria al señor por todo el orbe". Tales son algunas de las frases entresacadas de sus cartas y que reflejan la lucidez y la solidez por donde encarrilaba su existencia.

M. Elisea llegó a una notable madurez espiritual. Ello no le hizo pasar por alto que los seres humanos, y las religiosas entre otros, tienen sus defectos y se paralizan, en ocasiones, por su pusilanimidad o indecisión. No era ingenua, ni mucho menos, a la hora de percibir los obstáculos y las caídas de los demás. Los largos años de Superiora General atestiguan que las religiosas vieron en ella a una mujer realista, que pisaba firmemente con los pies en el suelo.

A propósito de ello, viene a cuento esta cita: "Ahora es cuendo yo quiero ver a la religiosa de buen espíritu, dar a grandes rasgos ejemplo del verdadero espíritu de sacrificio. No des oído al amor propio que todo lo quiere invadir y en todo quiere mezclarse, sino que fructifique en ti, sólo la virtud santa de la humildad, la que caracteriza a las almas de buen temple, y desterrad del corazón la soberbia que no hace otra cosa que hijos de Satanás. ¡Adelante! Y no hay que temer que el premio es el silencio".

En otra ocasión se expresa así: "Procurad, mis queridas hermanas, trabajar ahora que hay luz, porque cuando venga la nonche ya no habrá tiempo... Pensad que en todo buscáis al buen Jesús de quien esperáis la recompensa y con sólo este pensar curaréis vuestras tentaciones si las tuviérais y venceríais los dichos de las compañeras y todo lo que en la vida religiosa nos pudiera acontecer, pues ya sabéis que en todas partes podemos vivir muy cerquita de Jesús y por lo mismo muy lejos".

El pensamiento que recogemos a continuación, es de una carta de M. Elisea escrita el 20 de julio de 1910 con ocasión de convocar al II Capítulo General que celebraba la Congregación naciente: «Cuán cierto es que la providencia de Dios lo dirige todo pos sus pasos sin violencia, pero con una fuerza irresistible, sirviéndose de medios que escapan a nuestra ignorancia y de instrumentos que nos parecen los menos aptos para los elevados fines que Dios se propone». Madre Elisea vuelca aquí toda su vivencia en unos momentos tan transcendentes; hay muy poco de formulismo burocrático en esta circular, lo imprescindible. Bajo la luz de este principio teológico con el que inicia la carta quiere, la Fundadora, clarificar todos los acontecimientos de la corta historia congregacional, a la vez que manifiesta el principio bajo el cual se movía como mujer de fe comprometida y como religiosa. Se trata de una actitud confiada y sostenida por el amor en el Dios Providente, eje de su espiritualidad.

(Manuel Soler, MSSCC y Hnas. Elena Coste Cruz y Asunción Perelló Senent. M. Elisea Oliver, una mujer del Carmelo, p. 28-30. Folletos CON ÉL, Nº 84, editado por la CONFER).


 

Mujer fuerte y tierna a la vez

De los párrafos de sus cartas puede inferirse que, Madre Elisea, se expresaba espontánea y vigorosamente, tanto en las correcciones como cuando se explayaba en afectuosos coloquios. "Amadas de mi alma, queridas hijas: con qué alegría en el Señor tomo la pluma para daros una satisfacción, la más cumplida. Acabo de leer vuestras cartas que en pequeños sobres cerrados, como de costumbre, acabo de recibir. Con qué gusto he leído todas sus letras, con alegría tal, que mis ojos son dos fuentes de cristalinas lágrimas que me impiden el escribir, lágrimas de entusiasta alegría, lágrimas que endulzan mis amarguras, lágrimas, en fin, que dan vigor y vida a mi pobre corazón, que no desea otra cosa que vuestra vida, vuestras aspiraciones, vuestros deseos y que todo vuestro ser fuera del Señor".

A su sobrina Cecilia, religiosa de la Congregación, le dirige las siguientes letras: "Ya me contestarás cuando puedas y me contarás el interés que te tomas en tus estudios porque creo que desde que saliste de Orihuela, han sido más las pérdidas que las ganancias. El pasado domingo me llevaron a Las Encebras y ví allí el violín, y no puedes figurarte lo mal que me sentó porque comprendí el poco caso que has hecho de lo que a mí tanto gusto me daba y tanto interés tenía que lo aprendieses. Dios sea bendito por todo".

La fortaleza y la caricia de Dios se imprimió en la personalidad de la Fundadora. Y así se mostró ella -fuerte y cariñosa- con quienes vivieron a su alrededor. Fue la mujer que tiene arrestos para platarse ante la adversidad y no dejarse vencer por ella. Fue la mujer bondadosa y tierna que no desdeñaba una caricia ni rehuía una expresión afectuosa.

Madre Elisea: Un talante sereno, afectivo, equilibrado, austero. Avanzó por el camino del amor sin detenerse en la orilla. Y en el esfuerzo se mostró gozosa, alegre, sin encogimientos, afable. El radicalismo del Evangelio y la humana acogida, no son incompatibles. M. Elisea fue la prueba de ello.

(Manuel Soler, MSSCC y Hnas. Elena Coste Cruz y Asunción Perelló Senent. M. Elisea Oliver, una mujer del Carmelo, p. 30. Folletos CON ÉL, Nº 84, editado por la CONFER).


 

Coherencia, realismo y audacia

M. Elisea

M. Elisea, tres años antes de su muerte

Una vida espiritual seria y bien planteada debe necesariamente, deslizarse por las vías de la constancia. Aquí no valen las medias tintas ni los golpes de efcto. Se requiere la coherencia. Una vida religiosa con pausas o brechas para el descanso y el relajamiento, es menos que la mitad de una vida religiosa. Es una derrota. Una empresa sin terminar, se acerca mucho más al fracaso que al éxito parcial.

La buena calidad de una vida consagrada se hace incompatible con la veleidad. Preferir las sensaciones al compromiso serio, el exhibicionismo o la tarea anónima y cotidiana, quizás denota aptitud para profesión de atriz, pero no para la vida religiosa. Coherencia, esfuerzo permanente, tarea cotidiana, constituyen el marco imprescindible para una vida consagrada de calidad. A Madre Elisea le concierne todo lo dicho, aunque ella contaba -como todo creyente debe contar-, con la parte que corresponde al Espíritu, el cual reparte los carismas como le parece y sopla donde quiere.

Junto a la coherencia, el realismo. Mal puede caminar por la vida consagrada quien no se conoce, quien peca de ingenuidad, calcula mal sus capacidades o pasa por alto que Dios es el protagonista de su propia vida.

El realismo no tiene por qué estar reñido con el espíritu de fe. Y es necesario. Con mis cualidades, con mis defectos, con mi oración, mi cargo y mis circunstancias, ¿qué tengo que hacer, en qué dirección debo caminar? La santidad, como tantas otras cosas en cuestión de fe, es don de Dios y tarea del hombre. Es promesa divina y esfuerzo humano. En la parte que atañe al hombre éste debe mostrarse realista. M. Elisea lo tuvo bien en cuenta. Desde los inicios exclamó: "Dios proveerá". Pero también, desde los primeros tiempos, discernió, decidió dónde y cómo realizar su proyecto de vida consagrada.

Coherencia, realismo y audacia constituyen la tríada que acompaña a la espiritualidad de lo cotidiano que tan magistralmente encarnó M. elisea. Audacia para vecer la timidez excesiva que se niega a intentar, a buscar, a superarse. No hay que recortar los ideales adaptándolos a la propia realidad, sino estimular las propias fuerzas a la grandeza de los ideales. Esta audacia no se le puede escatimar a M. elisea en las críticas circunstancias de la II República. Ni en las menos llamativas de la vida ordinaria.

Madre Elisea, una protagonista coherente, realista y audaz. Desde el anonimato. Amparada en la sombra del Carmelo.

(Manuel Soler, MSSCC y Hnas. Elena Coste Cruz y Asunción Perelló Senent. M. Elisea Oliver, una mujer del Carmelo, p. 30-32. Folletos CON ÉL, Nº 84, editado por la CONFER)


 

En la iglesia del Carmen

Iglesia del Carmen

Iglesia del Carmen

"El 17 de diciembre de 1931, hacia las siete de la tarde, entregaba plácidamente su alma al Ceador repitiendo por tres veces con voz clara y serena: ¡Alabado sea Dios!. Al día siguiente, a pesar de las inclemencias del tiempo, un crecido cortejo fúnebre acompañó sus restos mortales al cementerio de Orihuela, donde reposaron por varios años.

Fue el 14 de junio de 1972 cuando volvieron de nuevo a la iglesia de la Casa-Madre, para ocupar el mausoleo que para este fin se había construído en la capilla lateral de la misma. Antes de ello, estuvo el féretro expuesto, dentro de la caja-arcón en el que lo trasladaron.

Aunque en acto totalmente privado y a la distancia de 41 años de su muerte, su recuerdo y fama de santidad, empujaron a una gran muchedumbre hacia la Plaza del Carmen.

Aún en contra de sus deseos, fue imposible que tantas personas, algunas venidas desde lejos, pudieran ver y comtemplar los restos se M. Elisea. A duras penas las religiosas allí presentes, pudimos desfilar silenciosas y admiradas ante su cuerpo incorrupto.

En esta iglesia del Carmen reposan sus restos, en espera del día en que la Iglesia, nuestra Madre, proclame públicamente sus virtudes heróicas" (Hna. Josefina Díaz).

(Recogido y publicado en "M. Elisea Oliver, una mujer del Carmelo", p. 32. Folletos CON ÉL, Nº 84, editado por la CONFER)


 

Mausoleo

Mausoleo M. Elisea

Mausoleo Madre Elisea


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