Carmelitas Orihuela

 


Madre y Hermosura del Carmelo

 

Flor del Carmelo


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Me has seducido, Señor

Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo

Nacidas oficialmente en España, el 13 de marzo de 1892 con la Profesión Religiosa de las siete primeras carmelitas, número bíblico que nos habla de perennidad y perfección, tras un año intenso de formación en el noviciado (el 6 de marzo de 1891 vistieron el hábito como novicias Terciarias Carmelitas).

De derecho diocesano desde 1893. Oficialmente fuimos agregadas a la Orden en 1906.


 

Cuando los héroes pasan desapercibidos

Hay quien se hace la ilusión de crear historia porque se sitúa en las encrucijadas donde convergen los sucesos minúsculos que recogen los periódicos y que las pantallas televisivas vierten sobre los espectadores. No sospecha que la verdadera historia se construye, la mayoría de las veces, desde el anonimato, superando la tentación de la monotonia, realizando a la perfección las pequeñas cosas de cada día, en fidelidad a la tarea encomendada.

Es así. Los grandes golpes de efecto, los personajes a quienes apuntan los reflectores, suelen elevarse como la espuma por breves momentos, o mientras dura la conyuntura favorable. Luego también, como la espuma, se disuelven sin dejar rastro.

En el mundo convulsionado de la publicidad y el exhibicionismo, todos sus habitantes piensan hacer cosas extraordinarias y definitivas. Por fortuna, existen especialistas de las tareas subterráneas, cotidianas. Ellos trabajan en la penumbra, su eco es modesto. Pero a fuerza de constancia, realismo y coherencia, acaban siendo los grandes protagonistas.

Tal sucede también en las regiones de la fe y en las vías por las que circulan los consagrados. También en la vida religiosa existen personajes silentes y tenaces que no actúan de cara a la galería, sino con la vista puesta en la tarea que llevan entre manos.

Metida en este ejercicio de especialistas que no alborotan, de escaso relieve a los ojos de quienes se dejan seducir por el espectáculo, hay que colocar a Madre Elisea, fundadora de nuestra Congregación de Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo.

Quien se acerque a su biografía no espere elevada doctrina, ni arrebatos místicos, pero sí puede confiar que hallará expresiones familiares, amasadas con reflexión y realismo, así como una fidelidad en lo cotidiano a prueba de toda frivolidad.

Los santos son hitos que señalan el camino de la vida cristiana. Ahora bien, la vida se construye a base de hilos diminutos, humildes y grisáceos. Sólo al final, en todo caso, se deja ver el bordado total y la filigrana combinada. Algunas personalidades de la historia cristiana son más para admirar que para imitar. Madre Elisea, ofrece su vida como un modelo a reproducir: una vida fiel en las cosas grandes y pequeñas, tenaz en la tarea de lo cotidiano, firme en los objetivos propuestos.

Hay maravillas fabulosas en el macrocosmos. El espectador con suficiente antena queda pasmado frente a la magnitud de las galaxias o la hermosura de la naturaleza. Pero también existen maravillas en el microcosmos. La perfección del átomo con la exactitud de sus figuras geométricas y su enorme potencial, no es menos bella y significativa. A veces, la mayor azaña de su vida consiste en que logre pasar desarpercibida.

(Manuel Soler, MSSCC y Hnas. Elena Coste Cruz y Asunción Perelló Senent. "M. Elisea Oliver, una mujer del Carmelo", p. 1-2. Folletos CON ÉL, Nº 84, editado por la CONFER).


 

La fascinación del Monte Carmelo

Monte Carmelo

Ruinas Monte Carmelo

Del Oriente, del bíblico monte Carmelo, un tanto envuelto en el misterio, procede la Orden del Carmen. La atracción del monte tiene mucho que ver con el profeta Elías, cuyas palabras de fe heróica y esperanza imperturbable, ardían como llamas.

En los tiempos idealista y ambiguos de las cruzadas (Edad Media), algunos de los protagonistas procedentes de Europa, se retiraron al monte Carmelo. Allá se dedicaron a orar y comtemplar. Se apuntaron a la espiritualidad fogosa de Elías y la escuela de profetas que otrora residiera en el lugar.

Con el paso del tiempo, los eremitas fueron organizando su estilo de vida; fraguaron una espiritualidad robusta, dejaron claras huellas en el camino cristiano de la contemplación. La vivencia intensa de la presencia de Dios -a ejemplo del profeta Elías-, la mortificación y un vigoroso afecto a la Virgen, cultivado con ganas, fueron los elementos fundamentales que recogió la espiritualidad carmelitana.

De esta tradición surgieron, en el siglo XVI, los místicos de la talla de Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, maestros indiscutibles de la espiritualidad de todas la épocas posteriores. Tras frecuentes exclaustraciones en diversos países, como consecuencias de desequilibrios sociales, el viejo tronco carmelitano consiguió rehacerse paulatinamente. Del mismo brotaron figuras tan entrañables como Santa Teresita de Jesús, Beata Isabel de la Trinidad, Beata Edith Stein, Beato Tito Bradsma, etc.

Tal es el contexto en el que Josefa Oliver -luego Madre Elisea-, iniciará su aventura espiritual como fundadora.

(Manuel Soler, MSSCC y Hnas. Elena Coste Cruz y Asunción Perelló Senent. "M. Elisea Oliver, una mujer del Carmelo", p. 2-4. Folletos CON ÉL, Nº 84, editado por la CONFER).


 

Un típico pueblo alicantino: Benidoleig

Benidoleig: ahí vio la luz Josefa Oliver Molina, que así se llamaba Madre Elisea antes de explicitar su vocación carmelitana y sus vínculos con el profeta Elías. Se trata de un típico pueblo alicantino, a caballo entre dos populosas ciudades del Levante español; Valencia y Alicante.

En Benidoleig se habla el valenciano, la lengua de M. Elisea con la que alabó, una y otra vez, a Dios.

Benidoleig está situado en una de las faldas del monte Siguilli, en terreno pedreoso y austero que no logra fertilizar el agonizante río Murta. Sus calles, pues, resultan un tanto tortuosas. El nombre del pueblo indica suficientemente su origen árabe. Las casas, de cuño campesino, solían consistir en tiempos de M. Elisea, en planta baja con dos habitaciones, comedor, cocina y espacioso corral. La planta superior se destinaba a dormitorios y graneros.

Existe, cerca del pueblo, la famosa cueva de las Calaveras. Antigua, grandiosa y bella: atracción de numerosos turistas. En dicha cueva se encontraron abundantes restos humanos. De ahí el nombre. En su interior, se admira un amplio lago de aguas trasparentes. Durante la guerra civil española, el frente popular la convirtió en taller de armas.

Apenas se asemeja el Benidoleig de ayer al de hoy día. Ha progresado enormemente. Los regadíos y el agua de la cueva, bien aprovechados, han fertilizado las tierras.

En este rincón levantino nació, creció y decidió su vocación nuestra protagonista. Las Hermanas Carmelitas de Orihuela, volveremos una y otra vez, nuestros ojos y cariño hacia este lugar que mereció los primeros años de nuestra Madre Fundadora.

(Manuel Soler, MSSCC y Hnas. Elena Coste Cruz y Asunción Perelló Senent. "M. Elisea Oliver, una mujer del Carmelo", p. 4-5. Folletos CON ÉL, Nº 84, editado por la CONFER).


Vista del pueblo de Benidoleig

Benidoleig


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